Biografía del Autor
Amigo lector, soy Víctor Emilio Granados Calvo, nací en San José, capital de Costa Rica, en Centroamérica. Soy abogado de profesión y escritor por convicción. La mayor parte de mi niñez, juventud y adultez temprana, la viví en los barrios del sur de la capital, una zona conflictiva socialmente por la abundancia de pobreza, drogas y delincuencia. Sin embargo fue en el Sur, en donde aprendí mis mejores lecciones sobre la vida, en el Sur conocí a la gente más valiosa y trabajadora que recuerdo, repleta de valores morales, capaces de romper barreras y paradigmas, incansables luchadores contra la adversidad.
Este blog que gracias a anónimos colaboradores usted está leyendo, no contiene recetas caseras, leyes espirituales o fórmulas metafísicas que le permitan alcanzar el éxito, dinero, fama o la felicidad en su vida. Lo que encontrará es mi concepción de la vida, de cómo decidí vivirla, de cómo la interpreto y especialmente, de cómo alcancé mi propia felicidad y éxito a través de la práctica de unas sencillas ideas que Usted también puede aprovechar. Para alcanzar mí felicidad tuve que sufrir y esta paradoja no solo me ocurre a mí, es natural a la especie humana.
No se trata de que el sufrimiento sea una antesala de la felicidad o una condición inherente a ella, es sencillamente, lo normal.
Después de cometer errores inmensos, después de desencontrarme en mis valores y creencias, después de creer en el ideal de que la juventud era una licencia que me permitiría alcanzarme todo lo deseado, pude llegar a la conclusión de que, todo lo que quería de la vida, lo que soñé y anhelé, era posible, gracias a la práctica de un pensamiento positivo, paciente, solidario, organizado e insistente.
No voy a presumir de lo que poseo, de lo que soy o de lo bien que me siento conmigo mismo para intentar persuadir al lector de las bondades de este blog o de realizar los ejercicios que en él propongo. Si puedo afirmar que, después de tanto traspié, tengo todo lo que un hombre puede desear para poder llamarse asimismo feliz, a pesar de que he tenido que enfrentarme a mi mismo, a mis errores, y a mis convicciones equívocas, para romper las cadenas que me ataban al fracaso y a la perdición.
Hace más de 20 años, yo era un prisionero ordinario de la más desalmada cárcel de mi país, años más atrás, también fui prisionero, pero esa vez, de mis ideas, de los convencionalismos, del consumismo, de la adicción, de los falsos ideales......
Hoy, satisfecho de mirar destrozadas esas cadenas, rotas por fin las cerraduras, he decidido no guardar para mi, la llave que las abrió para siempre.
Este blog que gracias a anónimos colaboradores usted está leyendo, no contiene recetas caseras, leyes espirituales o fórmulas metafísicas que le permitan alcanzar el éxito, dinero, fama o la felicidad en su vida. Lo que encontrará es mi concepción de la vida, de cómo decidí vivirla, de cómo la interpreto y especialmente, de cómo alcancé mi propia felicidad y éxito a través de la práctica de unas sencillas ideas que Usted también puede aprovechar. Para alcanzar mí felicidad tuve que sufrir y esta paradoja no solo me ocurre a mí, es natural a la especie humana.
No se trata de que el sufrimiento sea una antesala de la felicidad o una condición inherente a ella, es sencillamente, lo normal.
Después de cometer errores inmensos, después de desencontrarme en mis valores y creencias, después de creer en el ideal de que la juventud era una licencia que me permitiría alcanzarme todo lo deseado, pude llegar a la conclusión de que, todo lo que quería de la vida, lo que soñé y anhelé, era posible, gracias a la práctica de un pensamiento positivo, paciente, solidario, organizado e insistente.
No voy a presumir de lo que poseo, de lo que soy o de lo bien que me siento conmigo mismo para intentar persuadir al lector de las bondades de este blog o de realizar los ejercicios que en él propongo. Si puedo afirmar que, después de tanto traspié, tengo todo lo que un hombre puede desear para poder llamarse asimismo feliz, a pesar de que he tenido que enfrentarme a mi mismo, a mis errores, y a mis convicciones equívocas, para romper las cadenas que me ataban al fracaso y a la perdición.
Hace más de 20 años, yo era un prisionero ordinario de la más desalmada cárcel de mi país, años más atrás, también fui prisionero, pero esa vez, de mis ideas, de los convencionalismos, del consumismo, de la adicción, de los falsos ideales......
Hoy, satisfecho de mirar destrozadas esas cadenas, rotas por fin las cerraduras, he decidido no guardar para mi, la llave que las abrió para siempre.
